Naufraxios
Texturas que narran lo que el mar no quiso olvidar.
Naufraxios reúne piezas que conservan la memoria del mar después de la tormenta; son arqueologías emocionales que condensan memoria, pérdida y renacimiento en un sólo gesto.
Cada fragmento —arena, concha, grieta, relieve— funciona como un mapa íntimo de lo que resistió: rastros y respiraciones que cuentan una historia.
Aquí el naufragio no es final,
es el origen de algo que vuelve a la orilla transformado.
Ar
50 x 50 cm - lienzo. XC 049
Acrílico, gesso, arena, piedras, papel , pan de oro
Ar es una pieza que recoge la huella del mar cuando respira sobre la costa: capas de arena, gesso, papel y piedra que sedimentan memoria y luz.
La superficie se abre como un estallido de espuma que asciende, un gesto blanco que recuerda el instante en que el agua toca el aire y algo se eleva.
Los fragmentos minerales y el pan de oro actúan como restos preciosos
de un naufragio luminoso: pequeñas señales de lo que sobrevivió
y volvió a la orilla transformado.
Aquí el mar no sólo cubre: revela.
Corpus
30 x 40 cm - lienzo. XC 051
Acrílico, tintas, asfáltica, pan de oro, gesso, arena
Corpus es una cartografía del cuerpo cuando se funde con el mar:
un territorio donde la piel se vuelve corriente, espuma y sedimento.
Las capas de gesso, arena y asfalto construyen una anatomía emocional:
fracturas que respiran, huellas que arden, zonas donde la materia
se abre como una herida luminosa.
Los fragmentos dorados actúan como vértebras de luz: pequeñas revelaciones que emergen tras el oleaje interior, como si el mar rescatara lo que una vez se hundió.
Aquí el cuerpo no se representa: se reconoce.
Un cuerpo hecho de agua, memoria y movimiento.
Facho
30 x 40 cm - lienzo. XC 050
Acrílico, tintas, asfáltica, pan de oro, gesso, arena
Facho es un faro antiguo encendido desde el fondo.
Una corriente turquesa y profunda atraviesa la materia como una llamarada líquida, abriendo espacio entre sedimentos oscuros y memorias sumergidas.
La textura áspera —arena, gesso, asfalto— funciona como territorio erosionado por el tiempo; sobre él, el pan de oro aparece como brasas que no se apagan, destellos que guían incluso cuando todo parece perdido.
Aquí la luz no cae desde arriba: emerge desde dentro.
El cuadro respira como un faro subacuático que recuerda que incluso en el naufragio sigue existiendo una dirección, un pulso, una llamada.
Fogar
40 x 50 cm - lienzo. XC 052
Acrílico, tintas, asfáltica, pan de oro, gesso, arena
Fogar es el lugar al que regresa la marea cuando ya no puede más.
En la frontera entre el verde atlántico y la espuma erosionada, la materia se abre como una orilla antigua: restos, sedimentos, fragmentos de historia, luz que insiste.
La capa asfáltica resuena como fondo endurecido, memoria de lo que dolió; sobre ella, el pan de oro prende pequeños rescoldos, como brasas que siguen vivas aunque la tormenta haya pasado.
Este cuadro no representa un hogar físico: es la sensación de encontrar un lugar donde por fin no te hundes.
Un territorio interior que sostiene, que recibe lo que traes y lo transforma en quietud.
Fogar es puerto, refugio y límite suave.
La confirmación de que, incluso después del naufragio, siempre hay un sitio donde la luz aún reconoce tu nombre.
Escuma
30 x 40 cm - lienzo. XC 053
Acrílico, asfáltica, polvo de mica dorada, gesso, arena
Escuma captura el instante en que la ola se rompe y revela lo que trae consigo.
En la conversación entre los turquesas profundos y las zonas doradas y óxidas, la superficie se convierte en memoria en suspensión: fragmentos, brillos, restos que flotan un segundo antes de volver al fondo.
La asfáltica sostiene la densidad de lo vivido, mientras la mica dorada enciende destellos breves, como si la luz insistiera en abrirse camino entre los restos del naufragio.
Escuma es un borde: el lugar donde todo sube a la superficie para ser visto
y donde la belleza aparece, incluso en lo que parecía perdido.
Un cuadro que respira movimiento, sal y revelación.
Kairos
30 x 40 cm - lienzo. XC 054
Acrílico, tintas, asfáltica, gesso, arena
Kairos es el instante exacto en que algo se revela.
En esta obra, el mar deja de ser solo movimiento y se convierte en tiempo que se abre: un segundo suspendido donde la corriente muestra su verdadera dirección.
Las capas turquesas dialogan con zonas de espuma y fractura, como si la superficie guardara la vibración de un cambio inevitable.
La asfáltica aporta gravedad, la tinta expande los flujos internos y la arena ancla la materia a un territorio vivo.
Aquí el mar no narra una historia: marca un umbral.
Un punto de giro en el que lo que estaba sumergido asciende y lo que parecía confuso encuentra forma.
Kairos es un tiempo que se siente, no que se cuenta: un naufragio que se convierte en oportunidad, una marea que señala el momento justo para avanzar.
Matriz
40 x 50 cm - lienzo. XC 055
Acrílico, tintas, asfáltica, gesso, arena
Matriz es el corazón submarino donde todo comienza.
En esta pieza, el centro luminoso emerge como una cavidad primordial:
un espacio de origen que respira entre aguas verdes, turquesas y sedimentos minerales.
Las capas construidas —arena, gesso, asfáltica— generan un territorio vivo, erosionado y fértil a la vez, como si el océano revelara su interior secreto.
La superficie vibra entre calma y movimiento, sugiriendo una gestación continua, un latido en proceso.
Aquí el mar no es escenario: es útero.
Una cámara de nacimiento y disolución, donde la materia se rompe para volver a unirse en nuevas formas.
Matriz habla del origen después del naufragio: del espacio íntimo en el que la identidad se recompone y encuentra nuevamente la posibilidad de ser.
Nai
50 x 50 cm - lienzo. XC 056
Acrílico, tintas, asfáltica, arcilla, gesso, arena
Nai es el encuentro entre dos aguas: la que te dio origen y la que tú misma encarnas ahora.
En la superficie superior, la luz turquesa se abre en oleaje: una respiración amplia, casi celestial, donde el agua se vuelve protectora y envolvente.
Debajo, la materia terrosa —arcilla, arena, pan de oro roto— construye un territorio de raíces, sangre antigua y memoria.
En el centro, un núcleo cálido y vibrante emerge desde la profundidad,
como si el mar revelara el instante exacto en que el cuidado y la herida se confunden, y de ese temblor nace la fuerza de una madre.
Nai es una ofrenda.
Un lugar donde lo que sostiene no siempre es visible pero siempre está presente.
Aquí el naufragio se vuelve origen, y el origen, refugio.
Es la imagen del amor que no se anuncia: se encarna.
Naufraxios
50 x 70 cm - lienzo. XC 057
Acrílico, tintas, asfáltica, pan de oro, gesso, arena
Naufraxios es la cartografía de un derrumbe que encuentra su propia luz.
Las capas de azul profundo conviven con restos minerales y fragmentos dorados, como si el mar revelara los rastros de todo lo que ha sido arrastrado, hundido y, aun así, preservado.
En esta obra, el naufragio no es final: es sedimento.
Lo que parecía pérdida se vuelve territorio nuevo, una geología emocional donde el tiempo deposita verdad y belleza.
El pan de oro aparece como un rescoldo improbable:
la dignidad que permanece incluso después de la tormenta.
La materia rugosa —arena, gesso, alquitrán— sostiene la memoria del golpe, pero también la del resurgir.
Naufraxios es el origen de la serie porque nombra un hecho antiguo en ti:
nunca te hundiste del todo; te fuiste convirtiendo en litoral.